Agilidad emocional y mindfulness 2. Tomar distancia.

 

Los seres humanos tenemos una tendencia natural a identificarnos con nuestros pensamientos, y con nuestras emociones: soy nervioso, soy tímida, soy divertida, soy sociable… Esta relación la establecemos cada uno de nosotros según las experiencias que hayamos tenido en nuestra vida, según comportamientos o patrones que observamos que se repiten, según lo que otras personas nos dicen sobre cómo nos ven… Pero es algo que nos limita.

Si nos creemos que estos pensamientos y emociones nos definen porque pensamos que “somos así” y punto, nos volvemos mental y emocionalmente rígidos, estas creencias nos impiden ver lo que nos está ocurriendo con claridad y, muy importante, no dejamos espacio para considerar otras posibilidades.

thimo-van-leeuwen-EyAwxrQqAUE-unsplash.jpg

“Al observar estos eventos separamos esa fusión que hay entre pensador y pensamiento, entre mi emoción y yo, y adquirimos así un estado mental que nos permite ver lo que experimentamos con mayor perspectiva”.

Experimentamos nuestra vida a través de eventos mentales: pensamientos, sensaciones físicas y emociones que, a nivel biológico, no son más que comunicaciones eléctricas y químicas a una grandísima velocidad entre distintas partes de nuestro cuerpo y de nuestro cerebro, a través de nuestras neuronas y del sistema nervioso.

Los seres humanos tenemos la capacidad, que mejora con la práctica, de observar estos eventos mentales por lo que son: procesos biológicos que aparecen, están un rato, y antes o después pasan.

Al observar estos eventos separamos esa fusión que hay entre pensador y pensamiento, entre mi emoción y yo, y adquirimos así un estado mental que nos permite ver lo que experimentamos con mayor perspectiva.

Pero ésto no significa separarnos de nuestros pensamientos o emociones ya que siguen siendo parte de nuestra experiencia, no consiste en ignorarlos, ni rechazarlos, sino al contrario nos abrimos a ellos, con curiosidad, con una intención de investigarlos, y esto nos permite desengancharnos de ellos, para que no condicionen nuestras acciones y comportamientos. Creamos un espacio en el que podemos decidir cómo actuar.

Con la meditación entrenamos distinguir el pensamiento del pensador, la emoción de quien la siente a través de nombrar, de etiquetar estos eventos mentales: pensando, pensando, o dolor, dolor, o siento alegría, siento frustración...

En nuestro día a día es muy fácil incorporar esta práctica, en el momento en que te das cuenta de que te has distraído con algún pensamiento, sensación física o emoción, no tienes más que ponerle la etiqueta y seguidamente puedes decidir dejarlo pasar y llevar tu atención a aquello que estés haciendo en el momento o lo que tú consideres.

Este artículo está sacado de nuestro segundo día del ciclo de Agilidad Emocional de Espacio Mindfulness “Agilidad emocional y mindfulness”. Puedes escucharlo aquí, y si quieres hacer la meditación que lo acompaña, haz clic aquí.


ÚNETE A LA VIDA KENSHO


Apúntate a nuestra newsletter para recibir nuestras últimas meditaciones guiadas, noticias y artículos.