Agilidad emocional y mindfulness 1. Estar presente.

 

Susan David, psicóloga del Harvard Business School y autora del libro “Agilidad emocional”, define la agilidad emocional como “La capacidad de ser flexible con tus pensamientos y emociones para poder responder de manera óptima a las situaciones de tu día a día”. Susan David, habla de cómo la muerte de su padre cuando era pequeña, su reacción ante esta tragedia y la ayuda de una profesora, le llevó a un cambio radical en su relación con las emociones y que supondría la base para todo su trabajo profesional.

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Hay 4 razones fundamentales por las que es importante tener y desarrollar una buena agilidad emocional:

“Aprendemos a diferenciar aquéllos valores, propósitos y metas que se nos han impuesto, de los que realmente son importantes para nosotros, y a escuchar nuestra propia voz y a utilizarla”.

  • Para empezar, es un proceso que nos va a permitir gestionar mejor nuestras emociones con aceptación, con una visión clara y con una mente abierta. Hemos hablado en varias ocasiones de cómo una relación de rechazo o dependencia con la emociones que se crean en nuestra vida resulta en un aumento de nuestro sufrimiento. El poder aceptarlas con apertura reduce ese sufrimiento y además nos facilita el ser más creativos a la hora de enfrentarnos a una situación adversa, somos capaces de ver más posibilidades.

  • Además nos ayuda a lidiar mejor los cambios. Como ya vimos en otras sesiones, los cambios son la única constante, nos guste o no, las cosas cambian todo el tiempo: desde esa nueva arruguita que nos saluda por la mañana en el espejo, hasta cambios a nivel global, como el deshielo de los polos o las consecuencias de una pandemia. La agilidad emocional es necesaria para adaptarnos mejor, para manejar todos esos cambios de tal forma que nos permita experimentar emociones positivas alrededor de ellos, y tener la habilidad de amoldar nuestra mentalidad y nuestras acciones a la nueva situación.

  • Es importante también porque con ella, aprendemos a desengancharnos de patrones inútiles de pensamiento y comportamiento que nos perjudican: que nos llevan a quedarnos atascados, que nos llevan a comportamientos adictivos, que nos hacen emocionalmente rígidos, y que no solo no solucionan sino que encima nos atrapan y nos limitan.

  • Por último, la agilidad emocional nos da la posibilidad de vivir más alineados con nuestros valores e intenciones verdaderas. Aprendemos a diferenciar aquéllos valores, propósitos y metas que se nos han impuesto, de los que realmente son importantes para nosotros, y a escuchar nuestra propia voz y a utilizarla. Hoy en día esto es más importante que nunca. En este momento de la historia que estamos viviendo, en el que tenemos acceso a todo tipo de información, en el que conocemos los problemas que existen en nuestra sociedad y a nivel global, y en el que además vivimos con unos niveles de libertad únicos en la historia de la humanidad, para expresarnos y ser oídos, para actuar y ser parte activa de esos cambios, el vivir alineados con nuestros valores es fundamental, mientras que no hacerlo crea una fricción constante en nuestras vidas.

Hay diversas prácticas que se pueden hacer para fomentar la agilidad emocional. Susan David explica en su libro los cuatro pasos para desarrollarla, que están íntimamente ligados a la práctica del mindfulness, y son: estar presente, tomar distancia, sacar los porqués a pasear (que se refiere a cuestionar y entender nuestros valores) y por último seguir adelante, continuar.

El primer paso consiste en crear un espacio para que las emociones aparezcan y podamos observarlas con una actitud de curiosidad, sin juzgarlas y aceptándolas independientemente de que nos gusten o no, de tal manera que no nos arrastren a la reactividad, que no atrapen el flujo de nuestros pensamientos ni condicionen nuestras acciones. Practicamos por tanto aceptarlas, integrarlas en nuestra vida y aprender de la información que nos aportan.

Es fundamental recordar la importancia de practicar la meditación regularmente para entrenar nuestra mente para que esté preparada cuando las situaciones difíciles se presentan y que podamos adaptarnos emocionalmente con flexibilidad como un acróbata del Circo del Sol, y no rígidos como el palo de una escoba. Un poquito todos los días es lo que hace la diferencia.

Este artículo está sacado de nuestro primer día del ciclo de Agilidad Emocional de Espacio Mindfulness “Agilidad emocional y mindfulness”. Puedes escucharlo aquí, y si quieres hacer la meditación que lo acompaña, haz clic aquí.


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