Mira mamá ¡Sin manos!

 

“Si quieres hacer reír a Dios, cuéntale tus planes.”
- Woody Allen

Estamos constantemente tratando de controlar cada aspecto de nuestras vidas: organizando planes perfectos, llegando a tiempo a las reuniones, dando cremita a las patas de gallo, sudando en el gym esos kilitos extra... y cuando algo inesperado sucede, perdemos el equilibrio. En nuestra confusión y, a menudo, incapacidad para aceptar que las cosas simplemente suceden (enfermedades, envejecimiento, acciones de otras personas ...) nos volvemos locos tratando de volver a encarrilarnos. Como consecuencia, nos pasamos una gran parte de nuestras vidas aferrados a los controles hasta que se nos ponen los nudillos blancos. Pero, ¿Cuánto control tenemos realmente?

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En los 70, la ahora profesora de Harvard Ellen Langer realizó un estudio que demuestra nuestra tendencia a tener una ilusión de control sobre las cosas con las que tenemos cierta familiaridad o donde hay alguna habilidad involucrada, incluso cuando estas cosas no tienen ningún efecto en los resultados. Por ejemplo, la gente tiende a sentirse mucho más segura de que van a ganar la lotería si tienen un número que les gusta o que han elegido, cuando en realidad no hay diferencia alguna. ¿Por qué esta actitud fantasiosa, entonces?

"Todo lo que no puedes controlar te está enseñando a soltar”.

-J. Kiddard

Es difícil aceptar que realmente tenemos muy poco control sobre la mayoría de lo que ocurre en nuestras vidas. Esto se debe a que nuestro cerebro está programado para mantenernos vivos y, desde un punto de vista evolutivo, tiene más sentido preocuparse, obsesionarse y tratar de arreglar las cosas: tener control de nuestro entorno cercano maximiza nuestras posibilidades de supervivencia. Pero el salto entre esquivar a los leones y mirar gatitos adorables en YouTube ha sido demasiado rápido para que nuestro cerebro se adapte por completo. Las demandas sociales y preocupaciones que tenemos hoy en día son extremadamente complejas y sofisticadas, y tratar de controlarlas todas es simplemente imposible. ¿Cómo se manifiesta entonces el controlador en nosotros?

Nuestros cerebros van a rebufo.

Nuestros cerebros van a rebufo.

  • Intentamos controlar a otras personas volviéndonos agresivos, para beneficiarnos, imponer nuestras ideas o (a veces conscientemente y otras inconscientemente) provocando ciertas reacciones y comportamientos en la otra persona.

  • Nos encerramos en nosotros mismos o intentamos alejarnos de situaciones de dolor o incertidumbre.

  • Asumimos menos riesgos (otra característica evolutiva) y nos acomodamos en nuestra zona de confort, aunque nos cueste el no desarrollar todo nuestro potencial o dejar a un lado nuestros sueños.

  • Creamos bucles de pensamiento obsesivo que nos impiden tener perspectiva y ver otras posibilidades.

Soltar un poco no significa dejar de preocuparse o conformarse en la inacción, significa crear espacio para las cosas que ocurren, que están sucediendo ahora fuera de nuestro control, sin intentar cambiarlas o querer que sean diferentes.

¿Cómo podemos evitar que nuestra mente controladora tome el control? Tara Brach sugiere hacer una pausa: “Esta pausa da la posibilidad de una nueva elección. Podrías preguntarte: ¿Qué pasaría si suelto un poco las manos de los controles? ¿Qué pasaría si simplemente prestara atención al momento presente, a la experiencia de estar aquí y ahora?” Permitir que la incertidumbre esté presente significa que podemos tener sensaciones de ansiedad y miedo, pero eso es normal, es parte del proceso, el truco está en no resistirlo, en dejar que esos sentimientos surjan, siendo amables con nosotros mismos en el proceso.

Soltar un poco no significa dejar de preocuparse o conformarse en la inacción, significa crear espacio para las cosas que ocurren, que están sucediendo ahora fuera de nuestro control, sin intentar cambiarlas o querer que sean diferentes. De hecho, al aceptar las cosas como son, podemos atenderlas desde un lugar de calma y compasión, permitiéndonos tomar decisiones más reposadas y medidas adecuadas. La vida sin duda te ofrecerá muchas oportunidades para poner esto en práctica, como dijo Jackson Kiddard: "Todo lo que no puedes controlar te está enseñando a soltar”.

Por supuesto, este es un proceso lento que implica mucha autoconciencia y presencia, y reconectar poco a poco, encontrando nuevas rutas neuronales en el cerebro, pero elegir intencionalmente cuándo soltar te permitirá relajar el bloqueo de tu mente controladora y vivir una vida más liviana, más resiliente y creativa.


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