Cuando nuestro sistema límbico se pone histérico (sí, a ti también te ocurre).
“¿De qué sirven las alas sin el coraje de volar?”
-Harper Lee, Matar a un Ruiseñor
Recientemente vimos un documental en el que un polluelo de águila, gordo después de meses de duro trabajo de crianza, saltaba y agitaba sus alas frenéticamente tratando de levantar esa gran cantidad de grasa en el aire y abandonar el nido. Cada vez que hacía un pequeño salto, nosotros también saltábamos y batíamos nuestros brazos acercándonos un poco al borde del sofá. Y finalmente se lanzó al vacío y después de unos aleteos, se deslizó majestuosamente hacia una nueva vida. Creemos que hasta nuestros vecinos escucharon nuestro suspiro de alivio.
Esto nos llevó al siguiente pensamiento: ¿no nos encontramos a menudo en una situación similar, saltando y batiendo las alas con ganas de hacer algo que parece como un salto en el abismo? Y luego, cuando lo hacemos, nos damos cuenta de que no fue tan difícil, y pronto comenzamos a disfrutar de este nuevo punto de vista, contemplando todas las nuevas posibilidades que se abren ante nosotros. Ciertamente, el polluelo tenía una poderosa motivación: vuelo o muero; mientras que nosotros (humanos y similares) usualmente tenemos una amplia gama de opciones para elegir que no suponen una amenaza a nuestra vida.
No nos malinterpretes, a veces se necesita miedo porque nos pone en acción para prevenir o afrontar una situación amenazante. En nuestro caso, en el momento en que tomamos la decisión final de abandonar nuestra vida genial y muy cómoda en Londres e ir a viajar por el mundo, entramos en una sobredosis de pánico, aleteando, saltando y piando por la casa. Solo podíamos pensar si alguna vez recuperaríamos todos esos lujos tan necesarios por los que tanto habíamos trabajado. Nuestro instinto de supervivencia entró en pánico y nos recordó que nuestro status quo estaba siendo amenazado al eliminar de repente cosas básicas como calefacción por suelo radiante, entregas de Amazon y restaurantes exóticos a la vuelta de la esquina, y nos encanta la comida.
¿Pero por qué sucede esto exactamente si no hay ningún cambio real en nuestra seguridad física o necesidad de supervivencia? ¿Por qué nuestros cerebros sabotean nuestro momento presente llenando nuestras mentes con posibles "problemas" que aún no han sucedido (y que tal vez nunca sucedan)? La respuesta está en nuestro cerebro límbico (que es una parte más primitiva del cerebro que trata las emociones entre otras cosas) que tiene la función de alertarnos de situaciones que nos hacen sufrir, y es especialmente bueno -REALMENTE bueno- para anticipar esas situaciones e imaginar lo peor. Súper bajón. El tema es que en una situación completamente segura, nuestro cuerpo puede obtener una dosis épica de hormonas del estrés, adrenalina y cortisol, lo que nos hace sentir como perseguidos por una manada de lobos mientras estamos sentados tan ricamente en el sofá. Por si esto no fuera suficiente, estudios también demuestran que cuando el cerebro límbico ocupa un lugar central, tenemos menos acceso a nuestra córtex frontal (la parte más desarrollada de nuestro cerebro que es responsable de cosas como la empatía y el pensamiento racional) y eso significa que nos volvemos menos capaces de resolver esa situación de manera eficiente. En resumen: histeria mental.
La psicóloga y maestra budista Tara Brach (tarabrach.com) reflexiona sobre dos tipos de miedo que hoy en día controlan nuestra sociedad a un nivel ridículo, y de cómo estos temores nos impiden alcanzar nuestro máximo potencial, son el miedo al fracaso (FOF, del inglés Fear Of Failure) y el miedo a perderse algo (FOMO, Fear Of Missing Out).
FOF o el miedo al fracaso es el miedo que tenemos de quedarnos cortos. Como por ejemplo de que no se nos reconozca, o la vergüenza que sufrimos por no obtener lo que queremos, o perder lo que ya tenemos como estatus, poder, dinero o posesiones.
FOMO o el miedo a perderse cosas, es esa ansiedad que nos dice que nuestra vida no es válida a menos que tengamos una aventura, que experimentemos cierta emoción o que llevemos encima el último grito en tecnología, también se manifiesta cuando pensamos que podemos perder una oportunidad comercial o financiera o de impresionar.
En realidad, explica Tara, estos temores son el resultado de esa armadura que nos construimos para proteger nuestra más preciada vulnerabilidad: el miedo a no ser amados (¿por qué me iba a querer alguien si no soy suficientemente bueno o buena?) Así que cuanto más actuamos movidos por esos temores, más fácilmente nos atrapa la ansiedad en el día a día, más veces caen nuestros pensamientos en ese trance de preocupaciones, conspiraciones y fantasías, y somos menos capaces de relajarnos y sentirnos felices en el momento presente.
La pregunta entonces es: ¿cómo podemos lidiar con estos miedos? Bueno, el primer paso es reconocer que esto está sucediendo y no intentar alejarlo, recuerda que estos sentimientos son universales e incluso las personas más exitosas los tienen, así que no eres tan raro. Hablar con tu pareja o un pariente cercano puede que ayude, pero debido a la carga emocional que estas relaciones conllevan, puede resultar más difícil para algunas personas abrirse. Siempre puedes compartirlo con un amigo bueno y optimista (ya sabes, esa persona que siempre piensa que tus ideas más descabelladas son geniales) para ayudarte a mantener una disposición positiva. A nivel personal, hemos descubierto que nada funciona mejor que la meditación de atención plena (mindfulness) para comprender los patrones de miedo en nuestras mentes y aprender a diferenciar los tipos de miedo útiles de los no son tan útiles. Con un poco de entrenamiento y práctica regular, puede ayudarnos a irnos soltando progresivamente para finalmente escapar de la influencia de estas fuerzas que nos arrastran en una espiral de preocupaciones y malas decisiones.
Si te interesa explorar más a fondo, hemos escrito esta práctica específicamente diseñada para reconocer, conectar y superar el miedo. Puedes encontrarla aquí: Aceptando el Miedo.
La práctica de la atención plena o mindfulness puede ser muy poderosa y liberadora, pero necesita tiempo y orientación. Si no sabes por dónde empezar, escríbenos a hello@kensho.life y podremos darte más información y recursos gratuitos para que puedas ponerte en marcha.
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